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Mucha espera y el regreso a la carretera

Enero, febrero, marzo en México, Guatemala, El Salvador, Honduras

albano, Quito (Ecuador), junio de 2000

Mi aro trasero y mis portaequipajes están en mala condición, y decido esperar las piezas de recambio en Oaxaca. El lunes, 11 de enero, salen de Suiza por servicio expreso EMS. Una semana de silencio. Pués, llego a saber que mi paquete está en Ciudad de México y que necesitan conocer un domicilio en vez de una dirección de lista de correos. Les doy la dirección de mi terreno de camping, y me dicen que la aduana me va a contactar.

Otra semana de silencio antes de volver a hacer un nuevo contacto el lunes 25. Tengo que escribir una carta de garantía y una de encomienda, para que la compania de entrega realice las formalidades aduaneras. Unas horas más tarde, reciben los papeles por fax, pero solo hasta el viernes me contactan nuevamente. Ahora, tengo que pagar impuestos, solamente por la mitad del valor del paquete. No estoy muy feliz de esto, igual pago el lunes. Quando llamo por teléfono, me informan que ahora, después del fin de semana, esto cuesta aproximadamente 12 dólares estadounidenses más. Pago esto también, y por fín, el miércoles, recibo mi paquete. No me sorprde que en la factura no está la suma que pagué el viernes, ni la del lunes. Y otro pequeño y ridiculo problema más: Algo de chocolate suizo y un Power-Bar aparentemente han sido confiscados. Pero al menos los repuestos están aquí, y al fin de la semana, mi bicicleta está otra vez lista.

A pesar de haber pasado más que un mes en Oaxaca, no me aburro. Primero, está la gente en el parque de remolques, donde armé mi tienda de campaña: cargas de buses de alemánes, caravanas de anglo-americanos, otros europeos pasando en su propio coche y un méxicano borracho que trepa al tanque de agua caliente un día. Y también los lugares de interés de la ciudad y sus alrededores: Monte Albán con los restos de la capital Zapoteca, Santo Domingo, una de varias iglesias con sus ornamentos de oro, el adyacente museo regional con una riqueza de información sobre historia y cultura y, por supuesto, la atractiva plaza mayor con la catedral.

También miro algunas peliculas estadounidenses con subtítulos y muevo bajo la influencia de ritmos internacionales y latinos, solo o en compañía. Por fín, visito algunas clases de inglés, dónde la gente tiene tantas preguntas acerca de mi viaje, que jamás me queda mucho tiempo para contarles de Suiza. Al inicio de febrero, hasta estoy enamorandome, pero la mujer admirada guarda su distancia.

No hay razón para quedarme más tiempo con la bicicleta lista, y el viernes, 12 de febrero, salgo de la ciudad. El mismo día, visito las ruinas de Mitla y observo los turistas al trabajo. Muchas colinas durante los próximos días, y después, bajo al istmo de Tehuántepec, en donde, por cerca de 50 kilómetros, lucho contra los usuales vientos laterales fuertes. Y problemas de agua: solo las enormes botellas de veinte litros en venta. Seguidamente, escalo adentro del Estado de Chiapas.

El miércoles, arribo a Tuxtla Gutiérrez. La carretera principal está revestida de cadenas de comida rapida y grandes aparcamientos como en los EE UU, pero el centro es más mexicano: muchas tiendas pequeñas, la plaza y la catedral comparativamente grandes. No muy lejos hay un zoológico notable con solo especies indígenas.

El viernes y sabado, subo a San Cristóbal de las Casas. La gente vende sus tejidos llenos de color a lo largo de la carretera. Como quieren cobrar por sacar fotos, parece que están acostumbrados a los extranjeros. Sorpresas positivas más arriba: Primero una bandera suiza y algunas palabras alentadoras en la carretera, hechos por el suizo especialista en pinturas rociadas que he encontrado en Oaxaca. Y segundo, un ciclista de Viena en plena bajada, con el cual intercambio experiencias.

Justo antes de llegar a San Cristóbal, paro delante de un garaje Volkswagen, en donde el personal se ha reunido para una fiesta. Me llaman y comparten sus tacos y su tequila fina conmigo abajo del techo, mientras que afuera, mi primera tormenta por medio año se pone en acción. Después de estos tragos fuertes, tengo algunas dificultades de moverme, y establezco mi carpa en el mismo lugar junto a la encrucijada.

La próxima noche, me retiro a un hostal. Me quedo en la ciudad por unos días. Tiene bastante atración turistica con sus plazuelas verdes y muchos edificios históricos. El supervisor del garaje me invita a almorzar con su familia. Descubro un suizo emigrado manejando una tienda de recuerdos, y voy a ver la cueva cercana.

Miércoles, 24 de febrero. Parto hacia la frontera del país a través de una abundacia de plantas. Los soldados de los puntos de control del ejercito contra el narcotrafico no quieren informarse acerca de mi equipaje, pero sí de la discreción bancaria de Suiza.

El viernes, paso una pequeña barrera, y ya me encuentro en Guatemala. En el valle hacia Huehuetenango, granos de café se están secando a lo largo de la carretera. En la ciudad, no hay cajeros automáticos para mi tarjeta de credito. Hasta en las ventanillas no quieren darme Quetzales (la moneda local). El mismo problema el domingo en Quetzaltenango, pero con los bancos cerrados. Por fín, puedo cambiar unos dólares en la recepción de un hotel.

Saliendo de la ciudad el día venidero, me equivoco de carretera y bajo a un valle con nubes negras subiendo. Cuando escalo nuevamente el otro día, paro en un puesto de fruta por la segunda vez, me quedo un buen rato, y la vendedora me enseña unas palabras de la lengua regional.

El miércoles, una bajada arriesgada a Panajachel en el Lago Atitlán, un sitio obligatorio para turistas en Guatemala. Pués, no cae como sorpresa que veo aqui a gente que ya he encontrado en Oaxaca. Me instalo en un terreno de camping. Cuando me voy en barco a través del lago a Santigao Atitlán y sus cercanos conos vulcánicos, ya estoy con dolor de cabeza y con la garganta inflamada, los tipicos síntomas de una gripe, y los próximos días, estoy acostado en la cama con fiebre. No es bastante: Antes de irme del sitio, mi carpa sufre de su primera (y todaía no su última) invasión de hormigas en este viaje.

Tomo la vieja carretera panamericana hacia el este. El martes, 9 de marzo, paso por Antigua Guatemala, y me sacuden las calles pavimantadas con piedras. El miércoles, unos 50 kilómetros más allá, me voy en la larga bajada hacia la capital, con unos ciclistas elites escondiendose atrás de mí. La plaza en el centro urbano se ve como una copia de los en México, excepto la bandera. El trafico es horrible.

Después de un día de descanso, continúo para la frontera. Antes de salir de Guatemala, puedo quedarme la noche con una familia de campesinos. La otra noche, en el Salvador, no hay ningún sitio retirado, solo gente, edificios, cercas; pero ni tengo que preguntar: Otra vez más me invitan a usar mi tienda de campaña en un jardín, y mi anfitrión me lleva a un restaurante tipico.

Otra noche en carpa cerca de un lago, una subida sudorífica y llego a San Salvador, la capital. Me voy a un grande centro comercial junto a la carretera principal. Entrando al centro de la ciudad, observo montónes de escombros y las numerosas casas con daños de terremotos. No veo mucho más en la ciudad. Los dos días que siguen, estoy acostado, otra vez: más fiebre y diarrea.

Continúo moviendome el viernes, 19 de marzo. Después de una noche en un campo, puedo poner mi carpa, la próxima noche, en la tierra de una familia de alrededor de diez personas. Su alojamiento, una choza de barro, se ha empeorado gravemente con el huracán Mitch que pasó hace unos meses, pero todavía provee sombra, y una nueva choza está en construcción. La tormenta ha también destruido una grande parte de la ultima cosecha, y el arroz y la pasta que tengo conmigo son bienvenidos. Me quedo otra noche.

Más adelante en el camino, se muestra el primer pinchazo desde Oaxaca, una noche en el porche de una alquería, y pués, entro a Honduras. Primera impresión: Se me ofrece el almuerzo en otra finca. Después, en el corte trecho que me lleva directamente a la próxima frontera, tarjetas de visita de la tormenta otra vez y otra vez. Partes de la carretera, puentes enteros se han ido. El trafico pasa por construcciónes provisionales. El clima es cliente, y escojo la ruta más alta y más fresca hacia Nicaragua.

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© 11/9/2000 albano & team